En los últimos años está de moda el estudio de los beneficios para las personas del contacto con la naturaleza, basados en la capacidad de restauración psicológica de esta. Esta línea de trabajo se basa en la Teoría de la Restauración de la Atención de Kaplan y Kaplan (1989), y la Teoría Psicoevolutiva de Ulrich (1983) de recuperación del estrés. La capacidad de restauración de la Naturaleza se mide por medio de la escala de percepción de restauración Hartig y colaboradores (1997), estructurada en torno a 4 dimensiones, a saber, estar alejado, Fascinación, Coherencia y Compatibilidad.
La mayoría de estos estudios se centran en entornos naturales de baja humanización (parques o reservas naturales) prestando especial atención, si no única, al sentido de la vista. La conclusión de estos estudios es que el disfrute de los entornos restauradores mejora la salud y el bienestar de las personas y comunidades. Pero ¿por qué no aplicar el concepto de restauración psicológica al entorno urbano y, especialmente, a los espacios públicos urbanos (EPUs)?
Esto lo consideramos de extrema importancia si tenemos en cuenta la tendencia global hacia la urbanización, por la que más de la mitad de la población mundial vive en entornos urbanos. Y en muchas ocasiones con dificultades de acceso a espacios naturales por distancia, tiempo… Por ello sería interesante extender este tipo de estudios a los entornos urbanos, lo que ya se está haciendo en los últimos años.
En la presente ponencia también hemos intentado trasladar esta perspectiva al medio urbano utilizando las Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN) en el diseño urbano. Para mostrar el efecto beneficioso en la salud de elementos naturales en el entorno urbano se presentan varios estudios en los que se ha constatado que el “disfrute” de paisajes urbanos de calidad, junto a sus paisajes sonoros, además de reducir de forma importante las emociones negativas y el estrés, aumentan las emociones positivas de alegría y calma, incluso durante estancias de tiempo relativamente breve (30 minutos).
El ejemplo más paradigmático es el de una plaza en la que se ha llevado a cabo una importante remodelación, cuyo diseño urbano se realizó de forma colaborativa con el equipo de arquitectura municipal, siguiendo los principios de la perspectiva de paisaje sonoro:
0) Perspectiva holística;
1) Transdisciplinariedad;
2) Análisis multidimensional;
3) Multiagente;
4) Sonido (o entorno) como recurso (no contaminación);
5) Énfasis en la percepción; y
6) Evaluación multimétodos: triangulación.
Esto contribuyó a la mejora sustancial del confort de las personas que usaban esta plaza, tanto a nivel global como con cada una de sus dimensiones y, especialmente con la acústica, por lo que la plaza fue considerada como la “Primera Isla Sonora” del municipio.